Meditacion Trascendental

No va que en el camino para natación esta mañana me agarra el ataque de filosofía barata y zapatos de goma y pienso para mí misma:

Hemos llegado a un punto de evolución -por llamarlo de una manera- o de urbanización o vaya uno a saber de qué, que ya no hace falta caminar, ni correr, ni trepar, ni nadar, ni hacer ningún tipo de esfuerzo físico para obtener nada. Pero como la biología aún no se dió por enterada, me tengo que tomar un colectivo de 40 minutos ida 40 minutos vuelta para ir a encerrarme con otros 4 o 5 nabos a nadar iiiida y vueeeeeelta iiiiida y vueeeeeelta como una boluda por el mismo lugar durante media mañana para no quedarme dura como un cascotito. Qué loco. Y a pesar de todo, eso no quiere decir que las mentes sí hayan evoluciondo, porque llego y me encuentro con la boludaza de la recepcionista que no puede identificar si el 23 de octubre ya pasó o está por pasar. Ni siquiera mirando el almanaque. Loquísimo.


... No me pidan grandes reflexiones a las 8 y pico de la mañana, gracias que me levanto y no salgo en pijama a la vereda.