Especies en extinción. Hoy: El Barquillero.

Una de las grandes sorpresas del verano es haber tenido que explicarle a mis amigos, aún a los más vetustos, acerca de la existencia de un personaje para mí imprescindible de la costa: el Barquillero. Así que por si queda alguien por la cyberatmósfera que no los conozca, acá va la presentación
El barquillero, como tantos otros, recorre las playas todo el verano ofreciendo su mercancía. Pegado a su espalda lleva un cilindro metálico de aproximadamente un metro de alto y unos 40 centímetros de diámetro dentro del cual lleva los barquillos , que no son otra cosa que masa dulce de cucurucho pero planita planita.
En su extremo superior, el cilindro cuenta con una especie de “rueda de la fortuna” con números del 1 al 6; así, la particularidad del barquillero, lo que lo hace diferente a todos los demás vendedores ambulantes, es que no te vende su producto sino el derecho a hacer girar la flechita a ver qué número te toca. En Cariló (todavía no sé qué hacía el pobre señor barquillero por esos lares), dos tiros por tres pesos. Después el barquillero te da tantos barquillos como indique su ruedita. Y no, no está trucada, aclaración para los incrédulos. Simplemente hay muchos unos y dos , poquitos cuatros y un solo 6.
Bueno, en la foto pueden verme comerciando con el señor barquillero. Que ahora que veo, ya que estaba ofrecía algunos pirulines, pero ahhhh esa ya es otra historia.
Esa tarde, con mis dos tiradas saqué 4 y 2. Buenísimo, porque éramos justo 6 y alcanzó para todos.