El día en que hice todo mal

Salí tarde de casa rumbo a una entrevista laboral.Ergo, me tuve que bajar y tomarme un taxi.
Un taxi para llegar perfectamente a horario... a la dirección equivocada. Listo, ya convenciste a tu probable futura empleadora de que tenés problemitas.
Bien, entonces hay que llamar y corroborar dirección... no traje el teléfono. LLamo a casa, que abran mi mail, no entienden una goma, no lo encuentro, revoleo cosas mientras un policía me observa atentamente. Y, no daba llorar, che, que se me corría el rimmel!!!
Ahora, a llamar y avisar... no tengo más crédito. Estoy parada en Cochabamba y Paseo Colón y no hay un kiosco en ochenta y cinco cuadras a la redonda. El que hay tiene cabinas telefónicas que no andan y no venden tarjetas de teléfono.
A dos cuadras encuentro un teléfono público, llamo, averiguo, obtengo dirección. Otro taxi, más gasto. Al contrario de todo lo demás, la señora cree haberme dado mal la dirección, fiuuuuu.
Durante la entrevista me llaman por oootra entrevista. Cómo la piloteo? Como puedo, después te llamo, gracias, vuelvan pronto!
La entrevista se extiende y yo necesito llegar a mi actual laburo, en lo posible. Salgo, bajo la lluvia pugno por una tarjeta de teléfono, me subo al tercer taxi de la mañana, mientras voy para el laburo llamo a la otra entrevista.
Llego, me abrazo a la pilastra de cosas que me quedaron del día anterior, empiezan a llover otras cosas. Pero las saco con fritas, si hoy estoy como loca!
Me estoy por ir a mis nuevas súper clases de canto y me doy cuenta que no traje los comprobantes de inscripción, mío y de mi amiga Rominí. Como acordé pasarla a buscar, pido que me los manden por remis a la casa de ella que, me entero después, no tiene un centavo encima para recibirlo. Y por supuesto, el buen hombre llega antes que yo.
LLego a la clase y la descerebrada de mi compañerita estrella (y aclaremos el contexto: curso nivel 1, de 8 clases, no hay forma de que no sea meramente recreativo) se compara con María Callas. Ok, estamos todos listos.

La verdad que lo que me salvó el día fue esto:


No me digan que no la rompe, John Esponja!!!